lunes, 18 de mayo de 2009

EL PAN DURO DE CADA DÍA


Trujillo, su lado oscuro muestra estadísticas de la pobreza en la actualidad, 48,2 % mientras que el 22,5 % pertenece a la extrema pobreza, esto indica que la ciudad de la eterna primavera no logra vencer los obstáculos para lograr una buena calidad vida y si hablamos de cifras a nivel nacional, Perú cuenta con un 54,3%, lo que tranquiliza es que en los últimos cuatro años se redujo a un 21.6%.

Para toda persona abandonada y que no cuenta con fuerzas suficientes para poder trabajar, peor aun con 69 años encima, la forma para sobrevivir es ponerse en una esquina en cualquier lugar del centro de Trujillo y alzar la mano, y si eso no alcanza hay que pararse y caminar con la misma posición de mano e ir personas tras persona para obtener alguna moneda.

Josefina Cruz, anciana quien no recuerda cuántos hijos tuvo, ni el nombre del padre de sus hijos, pero sí el lugar de donde proviene, su natal Piura, nos comenta acerca de lo tan cruel que es vivir durmiendo descalza en los suelos trujillanos, su frazada es su polo agujerado, su almohada un par de botellas plásticas vacías y su cama nunca es fija, pues queda en el suelo donde las piernas no dan para más.

Acepta desde 10 céntimos a más, también le gusta el pan duro, pero no los compra, los encuentra, no tiene horarios para comer ni para trabajar, ni un sueldo mínimo que gana al día. “Una vez un gringo me dio un billete verde y tuve comida rica todo un día”, su comida rica no es un arroz con pollo, ni un plato de tallarines, su comida rica es un “churro”, un alfajor con manjar por dentro.

No recuerda el número de hijos que tuvo, pero sí que la última fue arrebatada cuando la niña tenía apenas cuatro años, todo por dejarla sola unos instantes, solo desea que se encuentre bien y asegura que donde esté tiene mejor vida que la que tuviera ahora junto a ella, en tanto a la niña, recuerda que estaba vestida de blanco la última vez que se lo robaron.

A Josefina le encanta dormir a fuera de las iglesias, pero no entrar a ellas, tal vez por dentro haya mucha culpabilidad en su pasado por lo cual no gusta hablar mucho de ello, con unos golpes en la cabeza confiesa: “nunca debí venirme de Piura, nunca…”. Al parecer Josefina tuvo mejor vida en Piura que en Trujillo, por el buen estado que mantiene a su edad, si hubiese vivido en Trujillo desde su nacimiento, tal vez hubiese fallecido al comer tantos churros, por el gusto de comer tantos apenas reciba un moneda de 50 céntimos.

A simple vista, se le puede confundir como una mujer demente, debido a la enredadera de su cabello y el mal aspecto que presenta en su vestuario, pero eso es pura apariencia, ya que se da el gusto hasta de criticar desde el alcalde trujillano, César Acuña, hasta el propio presidente del Perú, Alan García, criticando siempre a este último por. según ella, su pésimo primer gobierno.
Comenta también del alcalde trujillano, que solo recibió un polo de su partido en su última campaña política y nada más, ninguna otra ayuda ni por él ni por el Estado, solo de los pobladores trujillanos, quienes se apiadan de ella.

Ella no cree en la justicia, dice que ella hace la justicia, cuenta con una arma muy poderosa y filuda escondida en su bolsillo izquierdo de una de sus tres blusas sucias que lleva puesta, pero no hay que asustarse solo lo utiliza para las personas que quieren hacerle daño, como quitarle el dinero que ha logrado en un día o a quienes intentan burlarse de ella con insultos, pero esta justicia es personal, porque así vea que haya alguna ilegalidad a otra persona ella simplemente se hace de la vista gorda.

Gerardina Rondón Culquitante (61), nacida de Santiago de Chuco, radica en Trujillo desde hace 20 años debido a los atentados terroristas que había en su tierra natal, cuenta que desde su llegada a la ciudad, siempre le ha sido complicado llevar un pan a la casa, tuvo nueve hijos, cinco hombres y cuatro mujeres, de los cuales solo ve a dos, sus hijas Priscila y Daina, quienes solo vienen a verla una vez al mes, de los demás no sabe nada.

Los residentes de la urbanización Chimú de Trujillo ven diariamente a una pequeña anciana de atuendos coloridos en su vestimenta y un enorme sombrero, sentada en una esquina entre las calles de Miguel Aljovín y el pasaje Varela, ofreciendo un alimento muy nutritivo llamados “Chochos”, pero la ventas no alcanzan para mantener a tres de sus nietos quienes la acompañan y los cría debido a que su hija Priscila los ha dejado de lado. Doña Gera, como lo conocen en el barrio, comenta: “que al día solo se vende cinco soles”, motivo por el cual en las mañanas el desayuno para sus nietos es chochos y no panes como en otros hogares. Su último nieto, José Luis, aparenta tener principios de desnutrición debido al aspecto famélico que presenta, pero esto no es novedoso para un niño en el nivel socio económico bajo en Trujillo, ya que la desnutrición crónica infantil en menores afecta al 38,2 % en la población trujillana. Doña Gera solo le pide a Dios que él sea la cura para su nieto.
Para doña Gerardina, el poco ingreso es el motivo para dejar sin educación a sus nietos, que, según ella, son su vida y no los piensa perder como perdió a sus demás hijos. “Yo siempre fui padre y madre para mis hijos y eso igual digo para mis nietos”. Para el desayuno, en las mañanas, o para el almuerzo, en las tardes, las leñas reemplazan al gas, no una buena presa de pollo, sino un huevo frito o un plátano frito según como esté el día, pero hay veces que ni para el almuerzo hay. Entre lágrimas, dice: “Me da pena por mis nietos porque siento que me voy a morir de vieja”.
Apenas tuvo el noveno hijo, doña Gera, fue abandonada por su esposo quien desde ese momento hasta ahora nunca más supo de él, ella vive en un pequeño espacio de una cochera, su casa es de pura esteras, sus peores días son cuando hay lluvias debido a que traspasa las esteras, cayendo sobre ella y sus nietos, por lo cual tienen que quedarse para esos días debajo de los carros. Sus hijas vienen trimestralmente trayendo panes y biscochos de la sierra y lo lucran en el mercado de El Porvenir para llevar un poco de dinero y comida al hogar de doña Gera, debido que por Santiago de Chuco sus hijas no les va bien económicamente.
El motivo por el cual no sabe nada de sus demás hijos, es porque en su tierra hubo mucha violencia, no sabe si sus hijos, hijas y esposo se encuentran con vida, tal vez ellos ya estén en el cielo por los atentados terroristas que vivieron en su tierra hace 20 años, antes de su partida a Trujillo tuvo que recorrer por los cerros con su última hija Daina entre sus manos, luego de ver como los terroristas asesinaron a su hermano. A ella lo único que le importó en ese momento fue correr sin detenerse, ir de pueblo en pueblo hasta llegar a Trujillo.
Tal vez por eso que en la mirada de doña Gera muestra mucha ternura y aparenta mucho sufrimiento, pocos son quienes consumen los chochos, posiblemente porque la apariencia de esta anciana no sea muy atractiva para muchos, pero asegura que tienen todos los condimentos necesarios e higiene. Los precios son bastantes accesibles, pues hay de todo precio, desde 0.20 céntimos hasta de dos soles y finalmente da gracias a Dios por mantenerla sana y fuerte para poder sacar adelante a sus nietos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario